El relieve es el conjunto de formas que presenta el terreno de la superficie terrestre: montañas, valles, acantilados, llanuras,… hay muchas formas de relieve, y no sólo sobre los continentes, sino también en el lecho marino. Hay que tener en cuenta que el 70% de la superficie del planeta (aproximadamente) está cubierta por mares y océanos, mientras que los continentes y tierras emergidas sólo ocupan el 30% restante. La geografía estudia sobre todo el relieve continental y costero, ya que es el que tenemos más a la vista y el que influye en mayor medida en la vida del ser humano.
Todas las formas de relieve que ves a tu alrededor se han formado a lo largo de millones de años, y seguirán transformándose mientras el planeta siga existiendo. En la formación del relieve intervienen dos tipos de procesos, las fuerzas internas y las fuerzas externas, que estudiaremos en detalle.
Como sabes, la Tierra no es una enorme roca uniforme y esférica flotando en el universo, sino que tiene varias capas diferentes en su interior. Son básicamente tres: el núcleo en su centro, el manto de magma alrededor del núcleo, y una fina corteza en su capa más externa.
A su vez, la corteza está dividida en grandes placas tectónicas, que “flotan” sobre el magma del manto y que encajan entre sí como las piezas de un gran puzle. Pero el magma del interior de la Tierra es líquido y no está quieto, como tampoco lo está la Tierra en el universo, y eso hace que las placas tectónicas también se muevan y a veces choquen o se froten las unas con las otras. Son movimientos muy lentos, que acumulan enormes presiones allí donde una placa empuja contra otra. Cuando esa energía se libera bruscamente se producen terremotos.
En otras ocasiones estos movimientos generan grietas por las que sale a la superficie el magma del manto en forma de lava (roca fundida). Cada una de estas expulsiones de lava se llama erupción, y cuando se repiten en una misma grieta la lava se va solidificando a su alrededor formando una característica forma de cono: el volcán.
Los movimientos de las placas tectónicas también producen deformaciones importantes en la superficie terrestre. Podemos diferenciar dos grandes tipos de alteraciones de la superficie de la tierra según cómo sean los materiales (tipos de roca) que hay en esas zonas:
Si las fuerzas internas actúan sobre materiales blandos, la superficie de la tierra se ondula y origina pliegues.
Si las fuerzas internas actúan sobre materiales rígidos, que no son capaces de ondularse para amoldarse a las presiones, se producen grietas y fracturas, estas últimas también llamadas fallas.
Pero el relieve no es sólo resultado de la acción de las fuerzas internas. Al mismo tiempo hay una serie de agentes externos que modelan el paisaje a través de un lento proceso de erosión, en el que los materiales se van desgastando. Diferenciamos tres fases:
Erosión: los agentes erosivos actúan sobre los materiales del terreno, que se desgastan, se fragmentan en pequeños trozos o se disuelven.
Transporte: es el arrastre de los materiales erosionados por parte del viento, el agua u otros agentes.
Sedimentación: los materiales erosionados y luego transportados se acaban depositando en un lugar diferente al original.
Como resultado de este proceso podemos caracterizar diferentes espacios según la fase que predomine en ellos. Por ejemplo, en las cumbres de alta montaña o los acantilados predomina la fase de erosión (son lugares que se están desgastando continuamente), mientras que en los cursos medios de los ríos predomina la fase de transporte (hay abundancia de partículas flotando en el agua, que las arrastra de un lugar a otro), y en las playas o las llanuras costeras predomina la fase de sedimentación (allí los ríos, el viento o el mar van acumulando pequeñas cantidades de materiales procedentes de otros sitios).
El agua es uno de los más destacados. La lluvia, sobre todo cuando es abundante o torrencial, provoca una escorrentía en la superficie de la Tierra que arrastra consigo pequeñas partículas de arena o roca, las transporta y acaba depositándolas en otros lugares. Algo parecido ocurre en las zonas de alta montaña, pero allí el frío hace que el agua caiga en forma de nieve, y ésta se acumula con enormes espesores en algunos valles, formando glaciares. Los glaciares se escurren valle abajo y arrastran consigo rocas enormes. Pero la fuerza erosiva del agua también se observa en el mar, donde el oleaje y las mareas golpean constantemente sobre los acantilados, hacen que se desprendan fragmentos de roca, y luego los transportan, los machacan y los depositan en las playas. Por último, el agua también es capaz de disolver algunos tipos de roca, generando cuevas y acuíferos subterráneos.
Erosión del agua en el mar.
Glaciar.
Escorrentía.